Los expertos nacionales quieren profundizar el conocimiento sobre este hundimiento, del que ya se han encontrado posibles partes del casco y municiones. El equipo empleará nuevas tecnologías, como drones que buscan metales sumergidos.
Un severo temporal en mayo de 1741 llevó a la fragata de guerra británica HMS Wager a naufragar en las aguas del golfo de Penas. La embarcación era parte de una escuadra que tenía como primer objetivo tomar Valdivia, en el contexto del conflicto entre Inglaterra y España, conocido como la Guerra del Asiento (1739-1748).
“En la estadía en la zona, los náufragos interactuaron con grupos canoeros del área, las poblaciones kawésqar y grupos chono”, explica Diego Carabias, arqueólogo marítimo y director alterno del Núcleo Milenio Océano, Patrimonio y Cultura (OHC).
Algunos de los sobrevivientes escribieron crónicas. “John Byron, abuelo del poeta británico Lord Byron, años más tarde publicó su famoso libro ‘El naufragio de la Fragata Wager’, que ya en el siglo XVIII puso el territorio de Aysén en la palestra literaria”, comenta Gustavo Saldivia, director del Museo Regional de Aysén (MuRAy).
A pesar del tiempo, no se ha perdido interés en esta historia. El director Martin Scorsese está trabajando en una adaptación cinematográfica, con el actor Leonardo DiCaprio como protagonista.
Tampoco ha disminuido su relevancia científica y patrimonial, teniendo en cuenta que “conocemos poco de la interacción cultural en la Patagonia en el período colonial”, explica Isabel Cartajena, arqueóloga, académica del Departamento de Antropología de la U. de Chile y directora del Núcleo Milenio OHC.
“Es especialmente interesante porque no solamente apunta a un naufragio inglés, sino a todo lo que significó en términos de contacto, por ejemplo, cómo modeló una serie de procesos en la zona entre diversos grupos cuando fueron a salvar equipamiento de la embarcación, desde Chiloé, en el siglo XVIII”, agrega.
Es por ello que el Núcleo Milenio OHC ha retomado la investigación en torno a este naufragio y llevarán a cabo sus primeras expediciones en el archipiélago Guayaneco este año, alrededor de la zona de interés que queda a 80 millas náuticas de caleta Tortel.
En diversas exploraciones previas, “ya se ha encontrado lo que probablemente es una parte del casco del barco, municiones, vidrios y fragmentos de dalcas, que son embarcaciones de tradición indígena que ayudarían a entender la explotación local del naufragio”, señala Cartajena.
Entonces, “lo que hace el núcleo es retomar estos hallazgos y profundizar la investigación de forma interdisciplinaria y con nuevas metodologías disponibles”, acota Carabias.
El enfoque multidisciplinar, precisa Cartajena, les permitirá generar nuevos trabajos con “las fuentes históricas, el material arqueológico asociado al barco, la tradición oral de las comunidades costeras, especialmente las de caleta Tortel, Puerto Edén y Puerto Natales, y tener una aproximación geoarqueológica”.
Esta última, puntualiza, “trata de entender, por ejemplo, las diferencias que hay entre la cartografía de esa época y lo que vemos actualmente, con la intención de interpretar dónde habrían estado los campamentos y el lugar puntual del naufragio”.
Difícil navegación
Las nuevas metodologías que emplearán, como la prospección arqueológica aeromagnetométrica con drones, posibilitará desde el aire buscar concentraciones de metales ferrosos bajo el agua.
Esta tecnología, que el núcleo probó el año pasado y “no se ha aplicado antes en Sudamérica”, hará que sus investigaciones sean “más sistemáticas, eficientes y menos riesgosas, ya que la zona es particularmente complicada para la navegación”, explica Carabias.
De esa manera, podrán “situar de mejor forma los posibles restos y hacer una prospección más dirigida en términos de lo que conocemos y de lo que podrían ser nuevas evidencias”, dice Cartajena.
Además, agrega Carabias, los investigadores “extenderán las prospecciones” para abarcar un mayor rango, dado que cercana a la zona existen evidencias de un posible naufragio de los siglos XVI-XVII, lo que alude “al potencial científico y arqueológico que tienen estas aguas para contarnos más sobre encuentros en la Patagonia”.
La meta, apunta Cartajena, “es crear conocimientos nuevos en diferentes esferas, conservar los hallazgos arqueológicos, con una repercusión en las comunidades y actores locales relevantes, como el MuRAy y las comunidades de caleta Tortel, Puerto Edén y Puerto Natales”.
Para Saldivia, esto “ayuda a comprender mejor y valorar la historia de nuestro litoral. Así mismo nos interpela respecto de la importancia que le damos a nuestros sitios de valor patrimonial, y cómo traducimos eso en protección, gestión de riesgos y puesta en valor”.
Publicado en El Mercurio el viernes 24 de marzo.